Profesor de educación cívica, historia y geografía de Colombia por cerca de 30 años en el Colegio. Siempre tuvo muy presentes a cada uno de sus alumnos; a todos los recordaba personalmente y en su contexto del curso. Su dedicación y el cariño que les profesaba se vieron retribuidos por el afecto y reconocimiento que recibió de ellos. La mejor descripción de lo que él significó para el colegio, y al mismo tiempo el más significativo homenaje, es el testimonio de quienes, con motivo de sus 100 años de vida, el 19 de noviembre de 2014, le enviaron sentidos mensajes que aludían a su bondad, paciencia y cercanía. Resaltan la importancia que daba a la educación para la vida y al ejemplar ser humano que influyó en cada uno de sus estudiantes, no solo con sus conocimientos sino, especialmente, mediante su manera de ser. Notas que lo llenaron de alegría y satisfacción en sus últimos días de vida.
Compartimos algunos mensajes:
“Icónico personaje de nuestra vida Helvetiana. Nadie que haya recibido una clase del profesor Riberos puede olvidar su paciencia y maestría como profesor. Aparte del enorme volumen de
conocimiento transmitido, recuerdo particularmente una clase que se la dedicó al tema del orden: «cada cosa en su lugar, un lugar para cada cosa» e incluyó, entre otros, el debido orden para leer el periódico que aun hoy utilizo: «hay que leer lo importante, la primera página, sin ignorar el editorial y sus columnistas, que «les dará pereza leer», pero que es lo «más importante» y ojear el resto, lo que no trae sustancia»… Desde ahí, leo editoriales y columnistas. De ahí también mi avidez por leer sobre el conflicto Judío-Palestino para preparar mis argumentos de aquellos legendarios debates con Chiqui. En cuarto, con Riberos, aprendí a debatir ideas, política, a desarrollar ese pensamiento liberal y crítico que tanto le agradezco al colegio que me haya inculcado a través de él y de otros. (Federico Kallmann, promoción 1976)
“Cuando al cabo de los años la memoria lejana tiende a resurgir, en mi caso me permite recordar la paciencia, ecuanimidad y disponibilidad que tuvo en esos años de nuestra turbulenta adolescencia. Se habrá enterado de que lo llamábamos Riberitos, como expresión del respetuoso cariño y aprecio que sentíamos por nuestro dedicado profesor” (Jean Claude Koster, promoción 1961)
“Los años pasan pero las huellas de los grandes perduran para siempre, para nosotros usted es uno de esos grandes. ¡Qué gran ejemplo nos dio! ¡Mil gracias! Llevaremos para siempre en nuestros recuerdos los tan especiales y cariñosos consejos que nos dio cuando siendo sus estudiantes, apenas empezábamos nuestra relación de novios de colegio, hoy con más de 50 años unidos, felices y ya con nieto”. (Carlos Eduardo Jiménez. promoción 1966, María Eugenia Pabón de Jiménez, promoción 1971)
“No sé si se acuerda de mí, Micheline Huber, graduada en 1973, pero yo sí me acuerdo de usted con mucho afecto. Gracias a usted no solo recuerdo las últimas palabras de Simón Bolívar sino a un profesor que nos guio demostrándonos siempre que nos quería”.
“Mis más grandes saludos, abrazos y bendiciones de Dios para este gran GUERRERO y FORJADOR de mentes y corazones. Gracias por habernos inculcado valiosas lecciones de vida que aún permanecen en nosotros.” (Jussi Erikainer, promoción 1966)
“Ninguno de nosotros podría olvidarlo, magnífico profesor y mejor ser humano”. (Thomas Huber, promoción 1963)
“Quienes fuimos sus alumnos hace ya muchos años, no podemos olvidar, además de sus lecciones de historia, su talante, paciencia y espíritu siempre afable y cordial. Nuevamente nos da una lección de vida con su excepcional cumpleaños. (Roberto Pineda, promoción 1968)
Siempre disfrutó la cercanía de sus alumnos, nunca faltaba cuando lo invitaban a las reuniones de exalumnos, se sentía feliz de verlos y compartir con todos nuevamente. Así lo encontraremos en el cielo, rodeado del cariño que da y recibe con tanta naturalidad y alegría.